Iñaki Domingo & Jorge Isla


La réalité de l’expérience

                            [La realidad de la experiencia]


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    Jorge Isla, de la serie Le Reflet, 2021
Pantallas móviles sobre dibond, 74 x 94 cm
© Jorge Isla


 
  Iñaki Domingo, Bipirámide especular vertical b/n, de la serie Mirrorworks, 2019
Díptico, 72 x 106 x 5 cm. Espejo transparente, espejo negro, adhesivo y metal © Iñaki Domingo



Texto escrito para la exposición de los artistas en la Galería S de Madrid en septiembre de 2023.


Web de los artistas
Iñaki Domingo
Jorge Isla
Tanto Iñaki Domingo como Jorge Isla proceden del ámbito de la imagen, y las obras que se presentan en diálogo por primera vez en esta exposición tienen en cuenta este trasfondo. Además de su interés común por las formas plásticas y una evidente correlación con el arte abstracto, sus respectivas investigaciones abordan también la cuestión de la fotografía y la política. Iñaki Domingo desarrolla una práctica artística que cuestiona la imagen y la fotografía en su sentido más amplio. Estudia los vínculos, a veces contradictorios, entre el acto de mirar, la percepción y la representación. El trabajo de Jorge Isla se centra en las complejas relaciones entre los modos de producción y consumo en la sociedad contemporánea. Sus obras escultóricas, fílmicas y fotográficas adoptan una mirada crítica y social del mundo.

¿Ha experimentado alguna vez la sensación de colapso que invade al propietario de un teléfono inteligente que acaba de estropearse? Una pantalla reventada que inevitablemente quedará negra con multitud de nuevas venas en su superficie...
Pánico. Pavor. Inmovilización. En una fracción de segundo, ¡en tu cuerpo todo está destruido! ¿Cómo podemos vivir aislados de esta nueva prolongación de la mano, de este objeto de reflexión, del nuestro, del de los demás, del que nos nutrimos, del que nos dice dónde ir y cómo, qué mirar y qué fotografiar?
El desperdicio desfigura la comida porque excede su función: es lo que no se ingiere; es la comida que quita el hambre.1 El desperdicio es lo que ha perdido su función. Aquí, las tabletas y los teléfonos móviles de última generación que el artista utiliza para componer sus obras están rotos. Las pantallas apagadas no son más que restos fragmentarios de un memorial “ça a été”2. La imagen ya no está ahí, pero vaga en nuestros recuerdos e imaginaciones.

Las esculturas e instalaciones de Jorge Isla recuerdan a las vanidades modernas, con el carácter altamente plástico de los objetos cotidianos reunidos de forma antinatural para formar una naturaleza muerta de ciencia ficción. Una especie de arqueología del futuro, presentada sobre un pedestal para la serie Still Life o sobre la pared para Le Reflet. El artista nos desafía a pensar en lo que implican nuestros gestos, y en lo que el simbolismo de este teléfono, más inteligente que un ser humano, lleva más allá de lo utilitario, convirtiéndose en indispensable para quienes quieran creer en él. Evidentemente, las pantallas negras de la obra de Jorge Isla tienen un efecto boomerang en la sociedad, la proximidad de la ciencia ficción, del agujero negro y de Black Mirror, el que no puede reflejar otra cosa que el inmenso vacío o la puerta a otra dimensión, una vida paralela, la caverna de Platón... Se trata también de la ilusión, o incluso de la ilusión de la ilusión, que también encontramos en la obra reciente de Iñaki Domingo.
Me gustaría hablar del Miroir noir, también conocido como el Espejo de Claude, en referencia a Claude Gelée, conocido como Le Lorrain, que utilizaba un pequeño espejo convexo oscurecido con humo negro. Era una herramienta indispensable para los artistas y viajeros del siglo XVIII en Francia y Gran Bretaña, que daban la espalda a la naturaleza que querían plasmar en sus lienzos y utilizaban el espejo negro para su composición y sus efectos de luz y color. Encuentro esta paradoja humana en las comprometidas obras de Jorge Isla. Hoy en día, referirse a los teléfonos móviles y a sus pantallas negras como el mismo accesorio que permitió a los paisajistas dar la espalda a su tema... ¿Cómo no ver en esta distorsión una metáfora de nuestros contemporáneos, que hoy en día sólo saben mirar el mundo a través de la pantalla de su móvil?

Aquí estamos de lleno en la adoración de los nuevos objetos de lo sagrado3. Y no puedo evitar pensar en la dificultad que tuve la primera vez que tuve que atravesar la obra Footstep4 de Christian Marclay, como todos los melómanos y coleccionistas de discos... y establecer un paralelismo actual con la obra de Jorge Isla It is what it is, cuando los visitantes no tienen más remedio que pisotear el objeto sagrado que reviste el suelo del espacio expositivo.

En la serie Blanco de España, el artista ya había confrontado al espectador con la pantalla apagada, la de los escaparates convertidos en blanco en España, escaparates de proyecciones de imágenes sin imágenes, lugar de todas las imaginaciones y de todas las proyecciones.
Las obras de Jorge Isla e Iñaki Domingo son eminentemente generadoras de lo imaginario, "(...) es lo imaginario lo que se convierte en productor de sistemas para aumentar nuestra comprensión de la realidad, sin estar compuesta únicamente por lo que está probado: lo que aún no está probado puede, o en todo caso podría, existir."5

La imagen está omnipresente y ausente, prolifera, se ve, pero no se mira realmente. Este es otro punto que une a los dos artistas: su tenue vínculo con lo fotográfico. La imagen, las imágenes, permanecen en la obra e investigación de Domingo e Isla, y es interesante ver cómo las obras presentadas en conversación en la exposición devuelven al espectador a su contemporaneidad y existencia inmediata, condenada a desaparecer... a lo fugaz.



Una imagen fugaz e inaprensible, el azote del ser humano moderno: ¡el Instagramer!
En Mirrorworks, de Iñaki Domingo, sólo se captará la imagen que yo pueda ver. Será diferente dependiendo de si soy alto o bajo, con agudeza precisa o con mácula, si soy présbita, piloto de caza o me encuentro en una realidad normativa de tamaño y capacidad oftálmica. La imagen que veo se crea mientras me muevo, mientras encaro la obra desde distintos ángulos, mientras presto atención, mientras contemplo. Conmovedora y fugaz. Algunos dirían que mágica, con la idea de que la única imagen que puede captar el ojo es la que no será visible para nadie más que para mí en un momento que sólo puede ser éste.
Hic et nunc [aquí y ahora].
Podemos leer en ella una versión fantástica o religiosa, como el vínculo con los iconos, con lo que está más allá de nosotros. Pero también una generosidad, porque esta imagen vivirá también en los colores y las formas que la rodean. ¿Qué han producido siempre las imágenes sino fascinación y juego de poderes, ilusiones y creencias, magia, finitud y política?

Hay un sentido de la maravilla en la obra de Iñaki Domingo, que desafía al espectador y difumina nuestro discernimiento. Esto ya estaba presente en la serie fotográfica From Somewhere to Nowhere y ya había aparecido también en su proyecto Color vaciado. Aquí, el artista juega con la percepción. Las obras de Mirrorworks abren aún más el campo de posibilidades, ya que la imagen sólo existe en el momento en que el ojo la ve, y las formas producidas por el artista van más allá del campo fotográfico. Están claramente relacionadas con el arte abstracto y cinético. ¿Cómo no encontrar en ellas la idea de realidad de un John Tremblay, las interpretaciones ópticas de un Philippe Decrauzat o el juego de luces de una Antonia Lambelé?
Me gusta bastante que el artista nos desvíe (a nosotros, al espectador), y nos lleve de la noción de lo impalpable a la fragilidad de nuestra humanidad. Sus obras señalan sutilmente el carácter efímero de lo que se ve, y son portadoras de una cierta poesía melancólica.

Por supuesto -y sería una aberración no mencionarlo- el reflejo y la imagen perdida, que aparece y desaparece según el movimiento del espectador, son otro hilo conductor entre los dos artistas. Las obras y las declaraciones de Domingo e Isla son complementarias. Aquí, su diálogo acentúa el hecho de que cada obra ofrece un reflejo único al espectador que se enfrenta a ella, pasa por delante, la mira desde un ángulo y juega con la disposición ideada por los artistas. Un espejismo esencial.

Las palabras de Marcel Duchamp -"es el espectador quien hace la obra de arte"6- nunca han sido más ciertas, y para concluir añadiría también las de Clement Greenberg -"el único criterio es la realidad de nuestra experiencia".7

— Émilie Flory
Bruselas-París, septiembre de 2023


1. Roland Barthes en Bernard Réquichot, Éditions La Connaissance, 1973
2. Roland Barthes, La cámara lúcida [La chambre claire], Éditions Gallimard, 1980
3. y 7. Clement Greenberg, Art & Culture, Beacon Press, 1961
4. Christian Marclay, Footsteps, 1989. Instalación formada por discos de vinilo que cubren el suelo del espacio expositivo. Los visitantes no tienen más remedio que caminar sobre esta alfombra de discos.
5. Michel Poivert, en Contre-culture dans la photographie contemporaine, Textuel, 2022
7. Marcel Duchamp en una conferencia sobre su obra Fontaine en 1965

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